Arquitectos e ingenieros deben volver a sintonizar y trabajar juntos, afirma el director del jurado del Concurso de Ingeniería y Construcción de la Semana de la Madera. Está convencido de que compartiendo conocimientos entre disciplinas se pueden obtener mejores resultados y hasta reducir costos en las construcciones.

 

Para iniciar la conversación, Juan Acevedo ‒director del jurado del Concurso de Ingeniería y Construcción Civil de la Semana de la Madera 2016‒ propone una breve lección de historia. La ingeniería ligada a la construcción ‒y, por extensión, al cálculo‒, nace alrededor de los siglos XVII y XVIII como un apéndice de las entonces vigorosas escuelas de arquitectura, cuenta.

 

“Pero cuando empezó el boom de los materiales trascendentes (como el acero, hacia 1870), una rama de los arquitectos decidió abocarse a estudiar los materiales. Y esta rama se fue separando del tronco, consolidando así la ingeniería. Hacia 1900 vino el hormigón armado, que también atrajo la atención de esa rama de arquitectos. Y yo creo que hoy día la rama y el tronco deben volver a enlazarse, a juntarse: arquitectos e ingenieros deben volver a sintonizar y trabajar juntos. No hay posibilidad de que esto no ocurra”.

 

Y aunque el lazo entre ambas profesiones tiende a estrecharse, persiste un error conceptual que pesa en la relación entre ambos. “Por una mala interpretación histórica y tecnológica, los arquitectos consideran a los ingenieros como asesores técnicos. Pero nosotros, los ingenieros, tenemos la capacidad de inventar y de diseñar. El problema es que nosotros mismos, por desidia, pereza, hemos dejado que ellos decidan eso”, continúa Acevedo.

 

La tecnología está ayudando a ese trabajo mancomunado. Hoy hay un boom del sistema BIM (Building Information System, que vino a reemplazar al CAD), que integra ambas disciplinas. “Es un sistema a través del cual el proyecto se produce digitalmente, permitiendo que todas las especialidades involucradas –arquitectos, calculistas, eléctricos– intervengan en su desarrollo. Así se evitan problemas con las pasadas de alcantarillado, agua, electricidad, ingeniería, etc. Está todo íntimamente coordinado mediante un software. De hecho, a nivel de Ministerio esto va a pasar a ser una exigencia para propuestas públicas en un par de años más. Será norma”, advierte Acevedo.

 

¿Qué perdía antes la obra de construcción y qué gana ahora que ingeniería y arquitectura están más estrechamente vinculadas? Porque antes los edificios funcionaban igual.

Se evita que las construcciones salgan más caras. Antes la solución era más forzada. Por ejemplo, si llega un mandante que pide una solución sofisticada, y la decide solo el arquitecto, puede ser una solución bonita, pero cara. Si compartimos los conocimientos, en cambio, será bonita y racionalmente económica. Hay que pensar en la gente.

 

¿La gente en Chile y en el mundo está comprendiendo esto, es decir, la necesidad de que arquitectos e ingenieros trabajen coordinadamente?

En el mundo hay un revoltijo de visiones. La construcción no es ajena a ello. Y en este sentido, la madera está cobrando mayor relevancia porque es más sustentable. En las escuelas de Arquitectura se está asomando de a poquito. En el Minvu hay un profesional a cargo que es un ingeniero civil. Él ve proyectos en madera en el negocio inmobiliario del Estado, él coordina. Para la construcción de los edificios de madera del CIM UC-CORMA en Chañaral, él es la contraparte del Estado. Antes, de parte del Estado era puro hormigón y fierro.

 

Pero Acevedo apunta ‒y con el dedo‒ a negligencias que ocurren con la construcción en general y en madera especialmente. “La gente debe comprender también que se debe tener respeto. Me toca ir a ver casas de madera en distintos lugares y siempre me encuentro con que en el sitio al lado de la casa hay palos tirados, bolsas de basura, hormigón, clavos, cascos. Y eso hoy es un absurdo. La tendencia mundial es hacer las cosas de manera industrializada. Es decir, llega el material exacto. Y si queda un residuo, la empresa sabe qué hacer con él, pero no es basura. Entonces el maestro se dedica a unir. Porque construir es unir”.

 

Respecto de la vigencia de la madera en las mallas curriculares de la academia, tiene una visión negativa. “Este submundo de la madera, la verdad, es casi inexistente. Con Juan José Ugarte (arquitecto, director del Centro UC-CORMA de Innovación la Madera) estamos haciendo un taller en la carrera de Arquitectura de la Universidad Católica, para que los arquitectos salgan con alguna idea de Ingeniería. Es un taller optativo que se da en quinto año. Son 23 o 24 cupos y se completan. Ahora hay que hacerlo al revés: meter algo de Arquitectura en la Ingeniería. Yo soy profesor de un diplomado en madera que se está dando por primera vez en la Escuela de Construcción Civil de la Católica. Por ahí estamos sembrando”.

 

¿Qué espera este año del Concurso de Ingeniería?

Que se presenten más proyectos. Porque el ingeniero no está acostumbrado a concursar, no se siente capacitado. Tampoco le han enseñado en su vida el valor de esto. Los ingenieros son más retraídos. No así los arquitectos, que desde que empiezan a estudiar deben exponer y también defender sus proyectos. Los profesores les destruyen los proyectos y vuelven a empezar una y otra vez. El ingeniero es más teórico, pero tiene inventiva. Por algo su nombre deriva de “ingenio”: porque hay que ingeniarse las cosas para resolver los problemas. Y la novedad es que nosotros vamos a hacer una preselección de unos cuatro o cinco en el concurso, y estos deberán exponer sus proyectos. Sucede que a veces uno lee y lee y no entiende los proyectos. O a veces el jurado no está tan al tanto de la tecnología requerida, entonces leerlo es complicado. En este sentido es bueno que el concursante exponga 10 o 15 minutos. Quizás al leerlo no era tan interesante, pero al oírlo explicado, sí.

 

¿Qué comprende hoy la enseñanza del cálculo en madera como asignatura académica?

Como no es una disciplina que se pase en las carreras, el cálculo en madera es una mezcla de contenidos que consiste básicamente en leerse la norma 1198 sobre cálculo en madera, además de tomar algunos ramos optativos en la universidad. Es una especie de aprendizaje haciendo cursos.

 

La norma 1198 está actualmente en proceso de modificación ‒proceso en el que participa el Centro de Innovación en Madera UC-CORMA, cuyas empresas asociadas son Arauco, CMPC, LP, Pizarreño, ArchQuimetal y JCE‒, para poder integrar a ella la norma 433, que es la norma sísmica, de tal manera que las exigencias antisísmicas se adapten a las cualidades de la madera.