El director del Concurso de Diseño de la Semana de la Madera 2016 dice que al diseño chileno le falta algo. No una generación dorada, sino que es un semillero que podría ser potenciado por la academia y las empresas. Y comparte su experiencia en el Festival de la Creatividad en Cannes: dos ejemplos donde se enlazan, de una forma insospechada y revolucionaria, el diseño y la tecnología.

 

Raúl Menjíbar tiene una larga historia en el diseño, reconocido como el cerebro detrás de importantes campañas de publicidad. De hecho, cada 5 de octubre los medios de comunicación lo recuerdan como el inventor del arcoíris del “No” del plebiscito de 1988. Su avalada trayectoria en este campo lo llevó a convertirse, en 2015, en el director del Concurso de Diseño de la Semana de la Madera. Este año vuelve a cumplir ese rol, pero tiene una visión más crítica.

 

¿Ha cambiado en algo el diseño en madera en Chile durante el último año?

­─”Yo creo que no. Hay mucho por hacer en diseño en Chile. Faltan obras relevantes, a diferencia de lo que ha sucedido con la arquitectura, disciplina en la que Chile es un referente a nivel mundial. En diseño creo que hay buena capacidad, pero nos falta”, esgrime sin drama.

 

Sin drama porque es tal la locura y el ritmo del diseño en el mundo, que queda deslumbrado cuando ve cómo la tecnología le pide matrimonio a todos: a la filosofía, a la biología evolutiva, la genética, la economía conductual, el arte, el cuerpo humano en el deporte de alto rendimiento, el diseño, etcétera y etcétera. Todos caen por igual. Por eso es un momento de reflexión también.

 

Acaba de llegar del Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions y relata su experiencia: “Lo que está pasando en el diseño en general es novedoso. Cannes siempre se caracterizó por ser un festival  publicitario, pero hoy es un festival macrotecnológico. Hay 18 categorías, y el diseño forma parte fundamental de una de las categorías. Lo que está ocurriendo con la integración tecnológica y la multidisciplina es impresionante”.

 

Y cita, como ejemplo, los dos Grand Prix para el “Next Rembrandt” en el mundo del diseño. “Lo hizo ING, posicionado como el banco más innovador del planeta. La investigación consistió en hacer dos súper computadoras para poder pintar el nuevo Rembrandt. No era hacer una foto. Sino que escanearon toda la obra de Rembrandt, completa, con su textura, relieves, en 3D. Y con toda esa data, que parece que eran millones de datos, hicieron un segundo software, al que le dieron las coordenadas para que pintara esa nueva obra  de Rembrandt con impresora 3D”.

 

Y hay más: “El Grand Prix de Diseño fue para ‘Life is electric’, de Panasonic. Hicieron un experimento gigantesco, con científicos y todo, para dar a conocer y que se tome conciencia de lo que cuesta cargar una pila Panasonic. Es un proyecto precioso. Tomaron un ratoncito cuyo movimiento generaba la energía para cargar la pila. O un grupo de ballet y cuántos de sus pasitos lograban lo mismo. O la energía que producía la caída de una fuente de agua. Etcétera. Con eso hicieron un diseño multiplataforma. Y aquí viene la reflexión: el diseño con todas sus variantes no tiene sólo que ver con cómo hacer cosas bellas y bien hechas, sino también con cómo hacerse cargo de su relación con las personas y su calidad de vida.

 

¿Es funcionalidad o es más que eso?

─Es más que eso. Los gurúes este año en Cannes decían que vivimos un problema ético. No es sólo funcionalidad, sino que yo como diseñador tengo una responsabilidad gigantesca respecto del futuro de la humanidad. Suena precioso. Y eso hace que se engrandezca la labor de un diseñador. Aterrizándolo a la madera, no es sólo usarla como recurso haciendo un bonito objeto, sino que la creatividad y la tecnología se juntan para hacer algo sorprendente y maravilloso.

 

¿Al diseño en Chile le falta una generación dorada como en el fútbol o en la arquitectura o es un problema de semillero?

─Creo que es lo segundo. Es un problema más estratégico. El rol de las escuelas de diseño y de los empresarios para motivar esa actividad es fundamental. Hay países que viven del diseño como una herramienta estratégica. Los suecos y los nórdicos, en general, pero también los ingleses, los italianos. Creo que se puede fomentar y crear semilleros y políticas desarrollo. Entiendo que en Chile sí se está empezando a fomentar emprendimientos de innovación en todo orden, pero abriendo el espacio a actividades más blandas, como el diseño o la comunicación.

 

¿Y en diseño en madera hay alguna evolución el último año?

-─Yo creo que no. Y por eso Madera21 de Corma es tan importante. Debiéramos darle el mayor nivel de exposición a este tipo de actividades y sus concursos. Todavía estamos en un nicho demasiado elitista. Es un éxito la Semana de la Madera: es un buen lugar, con muy buenos académicos, pero a mí me encantaría que fuera más masivo.

 

¿Qué te gustaría ver en el concurso? ¿Qué te sorprendería?

─Hoy con la tecnología, la impresión 3D y la capacidad de los softwares se pueden hacer cosas maravillosas. Tengo mucha esperanza porque la generación post millennials viene con tutti. Leí un estudio hecho sobre la base de una encuesta a cuatro mil, cinco mil adolescentes de 14, 15 años de EE.UU., que dice que todos los chicos que nacieron del año 2000 en adelante, vienen como unos grandes revolucionarios. Eso obviamente va a afectar el diseño. Les preguntaron cómo querían llamarse, con qué nombre querían pasar a la historia. Y les propusieron nombres como la generación Z y otros, pero ellos dijeron no, nos queremos llamar “los fundadores”, para arreglar la escoba que nos dejaron (ríe). Ellos tienen mucha conciencia del problema de sostenibilidad ambiental, social, de sistema. Y en eso el diseño es clave y cito la misma definición de siempre: el diseño es la creación de un futuro posible.

 

Menjíbar cierra su reflexión sobre el diseño para hablar específicamente de su aplicación en madera. Y dice: “Me gusta la integración tecnológica y la cocreación que están sucediendo en este mismo momento. Es impresionante cuando los diseñadores se empiezan a mezclar con los científicos, con los antropólogos, con los filósofos, para tener una visión más holística del diseño”.

 

¿En Porta empezó a suceder eso?

─Estamos integrando disciplinas, tecnologías, nuevas formas de encarar el mundo digital. Pero es lento. Es difícil.